Tengo gran curiosidad por saber cómo se formó este extraordinario vínculo entre ambas especies que se inició 14.000 años (guau!) a.C. y continúa hasta nuestros días: les acompañamos a la compra, les sacamos de paseo y cuidamos del hogar mientras ellos no están.
Mi Amita ha decidido ayudarme a encontrar algunas respuestas; busca bibliografía y juntos interpretamos los datos a través de mi Instinto. Los humanos han dejado rastros de nuestra convivencia junto a ellos. Fijaos si ya nos tenían aprecio que fueron hallados los huesos de un cánido junto a su amo en una tumba de la prehistoria.
Nuestra especie desciende de infinidad de cruces entre nuestras razas pero los ejemplares más antiguos vienen de un perro grácil y veloz muy parecido al galgo, y de un robusto y fuerte perro moloso, antecesor del mastín. Los humanos entendidos piensan que somos originarios de Asia Central y que de ahí nos fuimos expandiendo.
A lo largo de la historia los humanos nos han relacionado con deidades (Anubis) y constelaciones (Can Mayor y Can Menor); como guías del Más Allá o Guardianes del Hades (el temible CanCerbero). A medida que el humano evolucionaba fuimos cada vez más apreciados para tareas de conciliación familiar: les ayudábamos en la caza, protegíamos su casa y el ganado, tirábamos de sus pesados trineos o participábamos en las innumerables batallas que se montaban entre ellos mismos con no se sabe qué intención. De esta forma, acompañándolos en sus campañas militares nos ENAMORAMOS de hembras de otros países y así aparecieron la mayoría de las razas que hoy poblamos este humilde hogar que es nuestro planeta.

El Spaniel es uno de los frutos más directos de esta unión.
Nuestras ganas de acompañar a los Amos durante su captura de comida hizo que los nobles nos cogieran tanto aprecio que fardaban de nosotros y nos presentaban hembras y machos con las cualidades que ellos más deseaban para que fuéramos más veloces, más amistosos o más feroces. Es lo que ellos llaman la cría selectiva.
Los Humanos Artistas nos han hecho protagonistas de sus cuadros: primero de una forma secundaria- junto a nuestros amos, debajo de sillas y mesas, junto a la cama-, y después ennobleciendo el género del Retrato con nuestras poses dignas y perrunas.
En las versiones más amables simbolizábamos la fidelidad, el amor y la nobleza, y en las más feroces: lo salvaje, la tenacidad e incluso la pasión erótica.
Actualmente aparecemos en libros, revistas y anuncios como el más conocido de Scottex, el cachorro de labrador que encandiló a medio mundo.



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