¿Has visto alguna vez a tu perro lamiendo el hocico de otro perro?
Mmm… rico, rico lo que ha comido hoy… (pensaba yo).
Pero es toda una señal de: ¡RESPETO!
Los perros tienen una serie de normas y comportamientos que aprenden de cachorros para saber relacionarse con los miembros de su manada; al igual que nosotros de pequeños aprendemos unas normas básicas para saber estar en sociedad. ¿Increíble, verdad?
Estas normas vienen de la perfecta jerarquía heredada de sus ancestros: los lobos. Y son vitales para la futura supervivencia de ese ejemplar dentro de la manada. Este aprendizaje se da en las distintas interacciones del cachorro con sus hermanos y sus padres durante los dos primeros meses de edad.
El lametón en el hocico
Esta señal tiene su origen en la demanda de comida que hacen los cachorros a los padres (que ya comen comida sólida), cuando llegan de la jornada de caza. Los cachorros les lamen tan insistentemente en el morro que les motivan a la regurgitación del alimento. Cuando el cachorro crece, este comportamiento cambia paulatinamente de significado y se convierte en una señal de respeto a un miembro de rango superior de la manada.
A estos gestos se les ha llamado: señales de calma (T. Rugaas), gestos de apaciguamiento (K. Lorenz), pautas de sumisión o de inhibición de la agresividad. Todos los perros las usan salvo aquellos que no pudieron aprenderlas de cachorros debido a una prematura separación de la madre y los hermanos. Por eso algunos perros tienen problemas a la hora de relacionarse con otros perros: ¡desconocen las normas de su propia especie!
Estas conductas pertenecen al lenguaje canino universal, se dan en cualquier parte del mundo y sirven para evitar confrontaciones entre machos adultos. Pueden darse dos situaciones: que el jefazo (o macho alfa) le pida directamente a otro miembro que se muestre sumiso mediante alguna señal convenida. O cuando se produce un acercamiento entre dos machos, uno de ellos tiene que realizar alguna de las señales de calma para dar a entender que no va con ánimos de cuestionar la jerarquía.
Ahorro de energía y daños físicos
En el mundo del lobo estas señales funcionan extraordinariamente bien porque las manadas están perfectamente estructuradas, los encuentros con otras manadas son escasos y solo es necesario convivir en una. Pero en el mundo canino es más complicado: cada núcleo familiar es una manada diferente y cada día, los perros entran en contacto con diferentes manadas (sin ir más lejos, todas las tardes en el pipican más cercano). De hecho, los pipicanes son una fuente increíble de señales de calma, sumisión e interacción entre un montón de perros con diferentes niveles de energía, etapas de crecimiento y rangos que establecer para una adecuada convivencia canina, lo que puede resultar muy incómodo para algunos dueños de perros alfa.
El lametón en el hocico, junto con otras señales que iremos aprendiendo, inhiben de inmediato cualquier posible agresión por parte del macho alfa. Son instintivas, están relacionadas con la época neonatal y son respetadas automáticamente por todos los miembros conocedores de estas señales. Con este gesto un perro adulto demuestra a otro que respeta su nivel de jerarquía en esa manada. Es una actitud de sumisión entre machos adultos. De esta forma evitaban los lobos daños físicos a los ejemplares de su propia manada y ahorraban energías para conseguir alimento y la supervivencia de la manada.

Pelea de perros, George Cruikshank s. XIX
El hombre pronto se dio cuenta de que los perros se daban señales de advertencia desde lejos para evitar el conflicto y por ello intentó eliminar estas señales en algunas razas caninas destinadas a luchar para que el enfrentamiento tuviera lugar y no se resolviera pacíficamente 🙄🤦♀️
Ahora que sabes ésto… ¿Te has fijado alguna vez en si es tu perro quién lame en el hocico a otros perros o son otros perros quienes le lamen a él?… ¡Lo que cambia conocer el lenguaje del perro!
4 comentarios
Genial. Muy instructivo. Estaré más pendiente en el Pipican.
Patitas para todo el equipo.
Patitas recibidas! Siempre es divertido observar a nuestros perretes, cómo interactúan con nosotros o con otros perros. Tienen un lenguaje no verbal lleno de matices que a nosotros, a veces, nos pasa desapercibido por el uso constante que hacemos del lenguaje verbal.
Es genial saber leer el lenguaje corporal de nuestros perretes.
Lo cierto es que ellos tienen un lenguaje corporal muy rico y variado. En realidad nosotros, como animales que somos, también tenemos un lenguaje corporal muy rico pero nos fijamos más en lo que decimos verbalmente. ¡Suerte que los perros no hablen!